Ya sabéis que en verano estuvimos dando vueltas por Seúl, así que cuando emprendimos camino a Yakiniku Rikyu (Paseo de la Castellana, 15), un restaurante con una propuesta de cocina japonesa con influencias coreanas, teníamos muchas dudas rondándonos por la cabeza: ¿estará todo tan rico como en Corea del Sur? ¿Se acercará al auténtico sabor de la cocina asiática? ¿Será como la barbacoa coreana? Pero hemos dado en el clavo: Yakiniku Rikyu nos devolvió nuevamente a pleno barrio de Gangnam en Seúl.

Precisamente nos referimos a Gangnam por la elegancia del local, de esos que sólo puedes describir con la palabra exquisito. Desde el comedor principal, con sus preciosas mesas sobre tatami y con las parrillas yakiniku traídas desde Japón, hasta los reservados que parecen sacados de una película de James Bond. Mención aparte, y por raro que parezca, es el baño, que cuenta con esos inodoros que tienen más botones que el mando de la tele.

Ahora bien, pasemos al dilema: ¿barbacoa japonesa o coreana? En realidad es coreana, pero los japoneses se volvieron locos cuando la descubrieron a través de los miles de refugiados que huyeron de la guerra de Corea y la han adaptado a su gusto. En Yakiniku os encontraréis con una versión eléctrica, aunque no es lo ideal, pero muy efectiva y con la buena noticia de que no saldréis ahumados porque está rodeada por un extractor la mar de efectivo.

Un recorrido por Yakiniku Rikyu

En nuestra visita nos decidimos por su tentadora propuesta de menú del día y que cuenta con tres opciones que pasan por los 20, 25 y 36€. Los tres son opciones excelentes para adentrarse en la gastronomía de estos dos países y lo único que los diferencia es el tipo de carne, pues el resto de platos se mantienen igual en cada uno. Estos menús además os permitirán usar el yakiniku (la barbacoa), así que id preparados para una comida relajada y bastante interactiva, porque os cocinaréis vuestra propia carne. Pero si os apetece pedir de carta encontraréis opciones que van desde el bibimbap hasta el ramen, pasando por la amplia variedad de carnes con las que cuentan para la barbacoa y que están al nivel de los paladares más exigentes y de los bolsillos amplios.

Primer paso: los banchan

Empezamos el viaje con el variado de namur, el kimuchi y la ensalada choregui, los cuales llegan a la mesa todos a la vez y nos recordaron mucho a la versión coreana de los banchan, porque son pequeños acompañantes que van llenando la mesa y que vas picoteando poco a poco durante la comida, además del característico olor que tenían y que mentalmente nos hizo volver a los mercados de Seúl. El variado de namur trae ensaladilla de alga wakame, ensalada de espinaca, nabo japonés con zanahoria, brotes de soja y tallo de helecho, todos ellos con aceite de sésamo que le da un olorcito que nos recordó a nuestro verano por los mercados de Seúl. El siguiente plato es el kimuchi, el primo japonés del kimchi coreano y que es mucho más suave, pues mientras en Corea el kimchi te puede mandar el paladar al infierno, el kimuchi japonés es menos picante y con un ligero toque dulce al final que lo hace más accesible a paladares poco acostumbrados al picante. Por último tenemos la ensalada choregui, de lechuga, pepino, puerro y vinagreta de cebolla caramelizada. ¿Y qué hacemos con todos estos platos en Yakiniku Rikyu? Id picoteando un poquito para probar los ingredientes sueltos, pero reservadlos para la carne (luego veréis por qué).

Segundo paso: la carne y el arroz

Llegó el momento más esperado, los cortes de carne y el arroz con sésamo para acompañar. Nosotros pedimos el menú Ibérico y el Yakinuki nuestros cortes eran de secreto ibérico y harami (entraña de wagyu) para el primero y rikyu rousu (lomo alto) y rikyu karubi (costillar) para el segundo. Ahora nos diréis: ¡pero chicos! si apenas son cuatro trozos de carne. Si algo hemos aprendido es que la carne es un bien preciado, y muy caro en estos países, por lo que los cortes suelen ser finos, elegantes y con poca cantidad, pero con todos los acompañantes que están sobre la mesa os aseguramos que saldréis más que satisfechos (bastante llenos, en realidad). Una vez recibidos los cortes de la carne toca cocinarlos sobre el yakinuki. Al principio os darán unas indicaciones sobre los tiempos de cocinado y cómo hacerlo sin liarla (se agradece mucho que cuando dejas la parrilla un poco pringosa con algunas de las carnes te la van cambiando para no afectar al sabor), pues unas requieren un poco más que otras, pero tranquilos que es muy fácil y divertido. Nosotros os recomendamos ir poco a poco, disfrutando de la comida, charlando, riendo y devorando junto a todos los acompañantes, porque un aspecto muy importante de estas comidas es la combinación de ingredientes: ponedle al secreto unas hojas de lechuga de la ensalada y un poco de kimuchi, probad el costillar con el tallo de helecho y brotes de soja, o mezclad todo el variado de namur con el arroz para haceros un bibimbap improvisado. ¡Las combinaciones son infinitas!

Tercer paso: la sopa

Y después del atracón y como marcan los estándares japoneses, pasamos a la sopa. En el menú del día la sopa es de wakame, y el sabor os resultará familiar tras haber comido wakame en los entrantes. Calentita, muy sabrosa y con un toque de sésamo que la hace ideal para ir bajando la comida. Por cierto, aunque el ambiente de Yakiniku Rikyu es muy elegante y fino, no tengáis miedo en beberla directamente del cuenco como hacen los asiáticos.

Y ACABAMOS CON EL POSTRE

Todavía queda el hueco perfecto para un postre ligero. Con el menú del día podréis elegir entre sorbete de yuzu, helado de sésamo negro o de té verde. La textura del helado es muy suave, sin ser excesivamente cremoso, así que vienen fenomenal para poner el broche final a la comida, limpiar el paladar y volver al trabajo con el estómago lleno y la sensación de haber viajado al lejano oriente.