Guía para comerse Praga

Praga es sin lugar a dudas uno de los mayores destinos turísticos de Europa desde hace ya unos cuantos años, no sólo por ser una ciudad preciosa y con muchísima historia, sino también porque es un lugar perfecto para una escapada de fin de semana. Perderse por sus calles llenas de encanto, pasear junto al río Moldava y, por supuesto, probar su gastronomía. Aunque es bastante fácil encontrar buenos sitios donde comer, las zonas más visitadas no se libran de los restaurantes atrapa-turistas, y por ello hoy os traemos un mapa con nuestra selección para comerse Praga.

1. Desayunos y meriendas

Este pequeño café es el lugar ideal para un descanso tras pasear por Malá Strana o visitar el castillo de Praga. Toda la bollería y repostería es casera y, además, las raciones son muy generosas. Merece la pena probar sus limonadas pero, sobre todo, su strudel de manzana, aunque lo cierto es que es imposible resistirse a cualquiera de las tartas que se ven desde el escaparate.

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Ellos se autoproclaman la mejor heladería italiana de Praga, encabezan las listas de los mejores helados de la ciudad y desde luego, al probarlos, no decepcionan. Helados muy cremosos y con una gran variedad de sabores, son elaborados artesanalmente y siguiendo las recetas de su creador, al que llaman Mr. Ice Cream y que ha pasado gran parte de su vida en Italia trabajando en distintas heladerías y estudiando el arte del helado. Lo único malo: tiene algunas mesas pero es un local bastante pequeño, y es habitual que en verano se formen colas de vez en cuando.

Es muy difícil pasar por delante de Bakeshop y no caer en la tentación de entrar al ver su largo mostrador lleno dulces, bollería y tartas. También es muy difícil, ya una vez dentro, elegir sólo una cosa para comer, porque todo tiene tan buena pinta que no querréis dejar nada sin probar. Toda la repostería, al igual que sus panes, es elaborada cada día artesanalmente y siguiendo recetas tradicionales, así que es el lugar perfecto para comenzar con un buen desayuno, o para una merienda o un postre después de visitar las sinagogas. También tienen sándwiches, ensaladas y otras opciones saladas.

Absolutamente todo en IF Café es de ensueño: desde su localización —en medio del parque Kampa— hasta su cuidada decoración en amarillo y azul, y los ventanales que llenan todo el local de luz. Alta pastelería a un precio asequible, con una carta muy cuidada en la que cada pastel viene explicado minuciosamente y que os hará muy difícil elegir sólo uno. Además, sus limonadas de distintos sabores y sus tés helados están riquísimos y son perfectos para los días de calor.

Continuamente os cruzaréis por las calles de Praga con gente comiendo trdelník, un dulce en forma de tubo (casi como un cucurucho, pero más gordo), relleno de helado, nata, chocolate o prácticamente cualquier cosa que queráis. Curiosamente no es un dulce típico de esta ciudad, aunque sí tiene sus orígenes en países de Centroeuropa como Hungría, Austria o República Checa, pero no empezó a hacerse popular en Praga hasta hace unos pocos años y, consecuentemente, comenzaron a abrirse una enorme cantidad de puestos y tiendas donde se venden. Se sitúan sobre todo en las zonas más turísticas y por eso es complicado encontrar uno que merezca de verdad la pena. Pero existe y es el de la creperie U Kajetána, un local en el que quizá no haya tanta variedad de rellenos como en otros, pero donde la calidad y el sabor del trdelník son realmente buenos.

2. Comidas y cenas

La Bottega di Finestra es un bistro italiano y tienda de delicatessen que, aunque en pleno centro de Praga, se encuentra en una calle nada turística, permitiendo así disfrutar de una comida tranquila y lejos del bullicio. Además, su pasta fresca (hecha por ellos mismos) y su risotto son espectaculares, y por supuesto uno no puede irse sin probar sus postres, que parecen sacados de las mejores pastelerías. En su tienda se puede comprar desde pasta o vino, hasta carne, embutido o pescado fresco. Ah, y aunque no pudimos probar sus desayunos, tienen muchísima fama en la ciudad.

Pohostinec Monarch: cocina tradicional austro-húngara

En Monarch se caracterizan por preparar platos tradicionales de la cocina austro-húngara, con toques checos y modernizados. También, por utilizar materias primas de primerísima calidad y por poner muchísima atención y cuidado en su preparación (cosa que se puede comprobar gracias a su cocina abierta). Si sois amantes de la carne, vuestro sitio es este, pues cada día tienen algunas de las mejores selecciones. Aunque entre sus especialidades, es imprescindible probar el schnitzel de ternera acompañado de ensalada de patata, sin duda es de los mejores que hemos comido (y eso que han sido muchos, porque amamos el schnitzel con todo nuestro corazón).

Por último, no podía faltar un sitio donde probar la más auténtica y tradicional comida checa. Tanto, que el espacio está inspirado en las antiguas cantinas donde comían los trabajadores durante el comunismo, y las presentaciones de los platos son sencillas y sin ningún tipo de adorno ni pretensión. Aquí lo mejor es confiar en los camareros y dejar que os sugieran ellos (nosotros fuimos acompañados de una amiga checa y nos pusimos por completo en sus manos). Tienen otro local mucho más céntricomás orientado a tomar cerveza que a comer o cenar (aunque también se puede), que también merece la pena visitar, si conseguís encontrar hueco entre los checos recién salidos del trabajo o que llevan allí a sus citas.

3. De copas y cervezas

Náplavka: cerveceo a orillas del moldava

Si vais a Praga en verano, no hay nada que os meta más de lleno en la vida de la ciudad que ir por la tarde-noche a beber cerveza (checa, por supuesto) a orillas del río Moldava. En el paseo de Náplavka, algo alejado del centro y de todos los grupos turísticos, hay varios puestos donde comprar vasos enormes de cerveza para llevar y donde podréis poner fin a un día de caminar por toda la ciudad de la mejor manera posible.

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