Cuando llegamos a la estación de tren de Tokio no sabíamos muy bien qué esperarnos. Habíamos escuchado muchas historias sobre la capital, pero nada te prepara para lo que estás a punto de ver. Miles de personas de un sitio para otro, calles abarrotadas en una jungla urbana inabarcable en la que nos querríamos quedar meses y meses para conocer todos sus secretos (cafeterías escondidas, estrellas Michelin que no pasan de los 12€, pastelerías, boles y boles de ramen…). La verdad es que esta guía nos sabe a poco porque hemos dejado de lado cientos de sitios a los que no pudimos ir, pero quizás ahí está la magia de esta ciudad que siempre te deja con las ganas de volver a por más.
1. Desayunos y meriendas
Entre las estaciones de Shibuya y Harajuku se esconde The Little Bakery, una pequeña panadería donde elaboran rollos de canela, panes con fresa y anko o donuts caseros veganos que podréis acompañar con cafés, limonadas y zumos. El local es muy pequeño, pero en el exterior tiene varios bancos en los que sentarse a comer tranquilamente, aunque os lo recomendamos principalmente para llevar pues se encuentra en una zona llena de tiendas muy interesantes.
Las tiendas de Muji nos flipan y en Tokio no íbamos a perder la oportunidad de visitar su flagship de Ginza. Un edificio donde las cinco primeras plantas son de tienda y la sexta alberga un hotel de la misma marca. Pero lo que nos interesa aquí está nada más entrar. Una pequeña cafetería donde cada día hornean repostería japonesa, junto a otras delicatessen, con una relación calidad-precio muy buena. Además, en la misma planta está la parte de alimentación de Muji en donde podréis cotillear sus cajas de bento, mezclas de té e ingredientes de todo tipo.
Para descansar tras patear Jimbocho, el barrio de los libreros, no hay nada mejor que pasarse por Glitch. Esta cafetería, que además cuenta con tostador propio, se ha ido ganando una gran reputación entre los fanáticos del café a través de sus cafés de filtro y, en especial, sus espressos. Y, aunque su oferta de comida es bastante escueta (unos pocos bizcochos y algo de repostería), os garantizamos que sus cafés os darán la vida. Como curiosidad, hacen muchas colaboraciones con otras cafeterías, permitiéndoles que tuesten los granos en su local, por lo que Glitch es un punto de encuentro entre muchos profesionales de la ciudad.
Con sede central en Oakland (Estados Unidos), Blue Bottle es una de esas cafeterías a tener en cuenta a nivel mundial por su excelente café y el cuidado diseño de sus locales. En Japón lo encontraréis en Tokio, Kioto, y Kobe. Espressos, cafés de filtro y sifón con diferentes orígenes seleccionados de todo el mundo y tostados por ellos. Limonadas y té complementan la carta de bebidas, mientras que para comer hay tostadas, sandwiches, granola, cookies y gofres. Eso sí, debéis tener en cuenta que no todos los locales cuentan con la misma carta y, en función del tamaño, encontraréis mayor o menor variedad.
Después de pasar un buen rato jugando en las máquinas recreativas de Akihabara es obligatorio zamparse un buen taiyaki de Kurikoan. Se trata de una pequeña cadena donde preparan estos divertidos pececillos japoneses. Elaborados con masa de gofre sobre una plancha con forma de pez, van rellenos con diferentes ingredientes que varían en función de la temporada, aunque el más popular entre los japoneses es el anko (pasta de judías rojas dulce). ¡Ah! para los frikis de Pokémon, cuentan con un taiyaki con forma de Magikarp.
Cafetería, tienda de antigüedades, objetos y floristería en un antiguo almacén. From Afar tiene un poco de todo para entretenerse frente a una taza de vuestra bebida favorita. La carta se compone de café, una exquisita selección de té con opciones como el hojicha japonés (una variedad de té verde tostado sobre carbón en una olla de porcelana) y bizcochos y tartas caseras. Por cierto, la dirección y localización que os damos en el mapa corresponden a su nuevo local, pues cuando nosotros fuimos se encontraban pegados al río Sumida, pero se acaban de mudar a otro local más céntrico.
En el barrio residencial de Nakameguro se encuentran dos de los cuatros locales que tiene el tostador y obrador Sidewalk Stand en Tokio. Y ojo, porque cada uno es un mundo diferente. El primero es el Baisen & Bagel, donde los bagels caseros elaborados con harinas locales y el café vuelan. Pero no vayáis nada más abrir porque tardan un rato en empezar a sacar los bagels. El segundo local del barrio se encuentra a pocos metros, pegado al canal del río Meguro y sus cerezos. Aquí os espera una carta diferente, con sandwiches de masa madre (nosotros probamos uno de queso e higos que estaba impresionante), espressos y cervezas artesanas japonesas. Ambos perfectos cualquier momento del día.
2. Comidas y cenas
Largas colas, máquinas para pedir tu comida, pequeños rituales a respetar para que no te tiren el bol a la cabeza… hay muchos consejos que ya os contamos en nuestra guía para comerse Kioto y que se aplican perfectamente a Tokio, pero sólo os vamos a repetir uno de ellos: ¡disfrutad de la experiencia!
¿Habéis oído hablar alguna vez del gyukatsu? Seguro que el tonkatsu sí os suena, ¿no? Pues el gyukatsu es muy parecido, pero en vez de ser cerdo empanado se trata de ternera, y lo podréis probar en la cadena Gyukatsu Motomura. La ternera empanada se fríe muy rápidamente para que el interior quede muy poco hecho, pero si os gusta más cocinado no os preocupéis, porque en cada mesa os pondrán una piedra caliente sobre la que terminar de cocinar este bocado, que se deshace en la boca de lo tierna que es la carne. Para acompañarlo tenéis col rayada, puré de patatas, miso, salsas y un poco de wasabi. Un truco: si no queréis que se os pegue la carne a la piedra poned un poco de sal encima
En este país cada ramen es único, y por ese motivo hay que probar todos los que se crucen por vuestro camino, como el de la cadena Afuri. Ahora bien, ¿por qué deberíais ir a Afuri? Porque muchos expertos lo consideran uno de los mejores de Japón. El plato estrella es el yuzu shio ramen, una propuesta fuera de convencionalismos con el que probar nuevos sabores. La carta es bastante amplia y entre otras opciones encontraréis ramen vegano y tsukumen (perfecto para el verano, pues viene con el caldo frío y por separado para dippear en él los fideos), además de poder elegir entre tres tipos de fideos, incluido unos con raíz de ñame.
En el corazón de Ginza, y con un Bib Gourmand de Michelin a sus espaldas, Mugi to Olive es uno de esos sitios que no hay que perderse en Tokio, algo más que evidente por las largas colas que se suelen formar para entrar. Las grandes estrellas de su carta son el tori soba (hecho con caldo de pollo) y especialmente el hamaguri soba (con almejas y caldo a base de salsa de soja). En cualquier caso, el caldo es bien potente y los fideos se elaboran con una mezcla de 20 tipos de harina de trigo. Por cierto, su curioso nombre viene de que uno de sus ingredientes es el aceite de oliva, que encontraréis en la barra para tirarle un chorrito a vuestros fideos o al caldo.
Especializado en soba y con una fama de más de 130 años de historia, Kanda Matsuya es una forma de viajar al pasado de Tokio a pocos metros de Akihabara. Un gran comedor de madera abarrotado de mesas, donde personas de todas las edades no paran de sorber soba de trigo sarraceno caseros. Una atmósfera única, un soba con un sabor inolvidable y la gran oportunidad de probar el natto: soja fermentada con un olor parecido al de un queso muy fuerte y una apariencia que produce sentimientos encontrados, pero que los paladares que buscan probar auténticos sabores japoneses amarán.
El katsu en todas sus variantes es lo que os espera en Saboten. Una cadena especializada en fritos, con varias tiendas repartidas por todo Japón, y que cuenta con una gran fama gracias a su crujiente rebozado y lo jugosa y tierna que queda la carne en su interior, acompañada de su famosa salsa secreta. Nosotros nos enamoramos de su katsudon (un bol coronado por cerdo empanado, huevo y verduras), pero os recomendamos que aprovechéis también para probar un poco de todo.
La estación de tren de Tokio es un sitio en el que perderse horas y horas, ya sea para buscar vuestro tren o porque simplemente os gusta ver a miles de personas de un sitio para otro. Dentro de la estación, en su particular callejón del ramen, se encuentra uno de los cuatro restaurantes que Rokurinsha tiene en Tokio. Famoso por su tsukemen ramen, aquel en el que los fideos y el caldo muy concentrado vienen por separado, aquí lo verdaderamente llamativo es el grosor de los fideos que, unido al tamaño de las raciones, hará que salgáis rodando pero con el estómago muy contento.
Konjiki Hototogisu: ramen de estrella michelin
Tokio es la ciudad con más estrellas Michelin del mundo, aunque el criterio allí es muchísimo más laxo que en occidente (lo cual es algo que da para un debate intenso que tendremos en otro momento). Konjiki Hototogisu es uno de los únicos cuatro restaurantes japoneses especializados en ramen reconocidos con la preciada estrella y con un precio que ronda los 12-15€, pero no esperéis elegancia, un servicio excepcional ni comodidad. Es un restaurante pequeñito (de apenas 12 asientos) pero 100% japonés donde, eso sí, hacen un ramen con un caldo de esos que marcan un antes y un después en vuestras vidas. Y, sin embargo, no sabemos si repetiríamos. Como en todos los restaturantes de este estilo en Japón, hay que esperar cola antes de sentarse, y una vez llega tu turno, ya has pedido y prácticamente tienes el bol en la mesa. Aunque vayas con más gente, aquí no hay sobremesa como en España ni se charla mientras comes: ahí se va a lo que se va, y cuando terminas, te marchas para que pueda sentarse el siguiente cliente. Esto es algo a lo que te acostumbras rápido. Pero, en este caso, el trato deja bastante que desear, pues solamente tienes 15 minutos para comer desde que te sientas, y en el momento en que tardes tan sólo un minuto más, empiezan a meterte prisa e invitar a marcharte aunque no hayas terminado el bol. Entendemos que es un sitio con muchísima demanda (nosotros llegamos antes de que abrieran y esperamos alrededor de una hora y media de cola) y, como decimos, su ramen es impresionante, pero es el único en el que te presionaban para irte, lo cual convierte la experiencia en digna de olvidar.
3. Mercados y callejones
Mercado de pescado de Tsukiji
El mercado de Tsukiji, la mayor lonja de pescado del mundo y famosa por sus subastas de atún, se trasladó a Toyosu, a un espacio más amplio y mejor preparado para la cantidad de gente que acoge cada día. Sin embargo, esto no ha dejado a Tsukiji libre de encanto, donde aún quedan los puestos y restaurantes del exterior. Lo mejor es visitarlo por la mañana e ir probando cosas en cada puesto, como onigiris de toda clase de rellenos o los riquísimos mochis. O, si sois más atrevidos y queréis meteros de lleno en la cultura japonesa, haced como ellos y zampaos un buen ramen a las diez de la mañana.
Nakamise Shopping Street y la zona de asakusa
De camino al templo de Senso-ji, en Asakusa, se encuentra Nakamise, una calle repleta de puestos de artesanía, productos tradicionales japoneses y souvenirs, así como puestos de comida que son el paraíso para cualquier amante de la street food. Aquí podréis comer dango, melonpan, taiyakis o las senbei rice crackers, unas galletas crujientes hechas a base de arroz que, combinándolas con distintos ingredientes, pueden ser dulces, saladas o incluso picantes. Pero eso no es todo, porque los alrededores están repletos de izakayas y pequeños restaurantes en los que beber, cenar y comenzar la noche como un auténtico habitante de Tokio.
Omoide Yokocho
Adentrándote en Shinjuku y alejándote de las grandes calles repletas de neones enormes se encuentra Omoide Yokocho, también conocido como el callejón de los yakitori. Se trata de un laberinto de calles estrechísimas que comenzó siendo el emplazamiento del mercado negro cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, y que hoy se ha convertido en una zona llena de izakayas donde comer y beber, la mayoría diminutas y muy tradicionales. Aunque la comida es variada, lo más común es el yakitori, brochetas de pollo.
Golden Gai
También una zona de mercado negro y prostitución en sus inicios, el Golden Gai es otra zona de callejuelas estrechas llena de bares, interesante por la marcada arquitectura típica japonesa de los años 60 que mantiene. Tradición y modernidad se unen en estos bares, y a algunos sólo pueden acceder los clientes habituales, o mediante invitación de uno de ellos, mientras que otros están regentados por extranjeros que llevan muchos años en Japón, dando lugar a una mezcla de culturas muy interesante. Aquí además se encuentra Ramen Nagi, donde se dice que preparan uno de los mejores ramen de Tokio, pero al que por desgracia nosotros no pudimos entrar (éramos cinco personas y ya os podéis hacer una idea de lo diminuto del local).
4. Escapadas: Nikko
Una de las excursiones más comunes para hacer desde Tokio es Nikko, una ciudad situada a unos 120 km de la capital y perfecta para visitar en un día (si tenéis el Japan Rail Pass, el trayecto en tren esta cubierto). Aparte de que los templos y santuarios de Nikko son Patrimonio de la Humanidad, la ciudad merece mucho la pena para escapar del ajetreo y las multitudes de Tokio para conocer un Japón más rural. Además, aquí se encuentra el famoso puente Shinkyo.
Monte Bakery: melonpan para empezar a pasear
Con las prisas para no perder el tren, llegamos a Nikko sin desayunar y muertos de hambre, así que al salir de la estación sólo pensábamos en entrar al primer sitio que viéramos para comer. Así descubrimos Monte Bakery, una cafetería pequeñísima, con un aire un poco de área de servicio, pero en la que sin embargo comimos uno de los mejores melonpan de todo el viaje. Los dueños, una pareja de ancianos, no hablan más que japonés, pero harán todo lo posible por que os entendáis y empecéis la visita a Nikko con buen pie.
Komekichi Kouzushi: saboreando yuba
Este pequeño restaurante familiar debería ser obligatorio en cada visita a Nikko, y si sólo podéis comer sushi en un sitio de Japón, que sea en este. Pero aparte de su maravilloso sushi —que podéis ver cómo preparan en la barra— aquí también aprovechamos para probar el inari sushi, unos saquitos de tofu rebozado, y la yuba, un alimento típico de Nikko hecho a base de la finísima capa o película que surge al cocer la leche de soja, razón por la que se la suele llamar también piel de soja. Uniendo esas capas, da lugar a lo que veis en la segunda foto, con una textura y sabor inigualables.
The Standard Bakers: merienda tras un largo día de turismo
The Standard Bakers es una cadena japonesa especializada en pan y repostería. Pasaréis por delante de su local de Nikko de camino hacia los templos, y no podréis evitar caer en la tentación de entrar a por alguno de sus bollitos. En ellos, combinan a la perfección la tradición y los sabores típicos japoneses (como el anko o el matcha) con elaboraciones y masas occidentales, dando lugar a auténticas delicias.