Cuna del vermut, el aperitivo, la gianduja, el movimiento slow food… repasar todo lo que ha nacido y todo lo que se puede comer en Turín nos llevaría un buen rato, porque la capital del Piamonte es una de esas ciudades que deberían aparecer como visita obligada en Italia cuando se busca huir de las hordas de turistas que pueblan las grandes ciudades, pero que tristemente (o afortunadamente, según cómo se mire) es una de las que más desapercibidas pasan. Por eso os traemos esta guía para que sepáis los mejores sitios para comer en Turín, con algunos de los templos gastronómicos más importantes de Italia y que os harán olvidar Roma, Venecia o la cercana Milán.
1. Desayunos y meriendas
Entrad bajo vuestra propia responsabilidad, porque una vez veáis la barra llena de dulces no querréis salir. Pastarell se convierte en una parada obligatoria para desayunar, merendar o quitarse el antojo dulce. Vale que la cafetería es muy pequeña y que apenas cuenta con unas pocas mesas, pero si conseguís una podréis disfrutar del espectáculo viendo a los locales tomándose un cappuccino junto a un delicioso bocado de repostería casera en la barra y saliendo a los pocos minutos.
Considerada una de las mejores heladerías de Turín y de Italia por el Gambero Rosso, Mara dei Boschi es mucho más porque, como ellos mismos se definen, esto es un «laboratorio de helados», un taller para experimentar con diferentes ingredientes y texturas. Sabores como la trufa blanca, panna cotta, albaricoque con almendras saladas… las opciones son infinitas, pero siempre marcadas por el producto de temporada.
Vecino de Mara dei Boschi (ambos locales están comunicados), Orso es la única cafetería de especialidad en una ciudad, y un país, con una de las culturas cafeteras más arraigadas. Aquí os podréis salir del cappuccino y pedir un café de máquina o filtro en función del origen que más os apetezca. Además, su pared está tomada por decenas de tazas, todas ellas numeradas para que podáis elegir vuestra favorita. Por cierto, también disponen de tés de Mariage Frères, algo que Bego agradeció especialmente porque encontrar un té en la ciudad es harto complicado.
Abierta en 2015 en lo que antes era una farmacia y que ahora forma parte de uno de los restaurantes más prestigiosos y galardonados de la ciudad, en Farmacia del Cambio encontraréis una de las propuestas más refinadas para comer en Turín en lo que a dulce y salado se refiere. El interior conserva muchos de los elementos de la farmacia, pero donde antes había frascos de medicinas ahora hay repostería, chocolates y un ambiente tranquilo en el que desayunar, comer, merendar o tomar el aperitivo. Por cierto, cuando entréis no dudéis en ir hasta el mismísimo fondo a cotillear el ajetreo de los fogones del Ristorante del Cambio.
Helados artesanos con productos de kilómetro 0 y de temporada bajo la famosa filosofía slow food, nacida a pocos kilómetros de Turín y que busca promover el disfrute de una gastronomía real, casera y sostenible con el fin de proteger y mantener los sabores tradicionales. Perderse entre los 25 sabores de la heladería de Alberto Marchetti es obligatorio, aunque si os apetece algo más ligero, pedid una granita para tomar dando un paseo por los soportales de la ciudad.
A pocos metros del Mercato di Porta Palazzo, del que os hablaremos más abajo, se encuentra una de las heladerías con más prestigio para comer en Turín. Os sorprenderá la cremosa textura de sus helados artesanos, hechos con base de leche o crema fresca, fruta fresca de temporada y azúcar de caña. Además, comprando sus helados ayudaréis a mejorar el barrio, pues destinan parte de sus beneficios a asociaciones y obras sociales para la comunidad.
2. Comidas y cenas
Antes de empezar a apuntar los sitios para comer, os vamos a dar un consejo para que no os pase como a nosotros: ¡mirad bien los horarios! Puede que Turín sea una ciudad grande, pero muchos restaurantes no abren los fines de semana o cierran sus cocinas a las dos de la tarde. Ya, sabemos que esto es un consejo de principiante, pero a nosotros se nos olvidó por completo y nos quedamos sin poder ir a comer al Ristorante Consorzio, uno de los máximos exponentes de la cocina slow food en la región.
La cocina piamontesa tiene uno de sus templos para comer en Turín en la trattoria Scannabue. Platos como el vitello tonnato (que viene a significar «carne atunada» y se elabora con carne de ternera finamente loncheada y bañada en cremosa salsa hecha con yema de huevo, aceite, atún y anchoas), agnolotti del plin (pasta rellena de tres tipos de carne), bottoni di trota o las cinco texturas de chocolate para el postre se convierten en platos imprescindibles que probar, todos ellos elaborados con producto local. Por cierto, en este restaurante conviene reservar con antelación para que no os pase como a nosotros y acabéis comiendo en la terraza, que vale que no está mal pero se se está mejor en el interior.
Siempre hasta arriba de gente y preparada para alimentar a los paladares más exigentes. Cammafà goza de una merecida reputación entre los turineses gracias a sus pizzas de estilo napolitano a precios de escándalo, que van desde los 4€ por una Margherita hasta los 12€ para aquellas con ingredientes más gourmet. Aquí la joya de la corona es la pizza Burrata, con salsa de tomate, tomatitos, orégano, albahaca y 250gr de burrata de Andria.
En esta panadería que honra el slow food hacen una focaccia de infarto y los que dicen que son los mejores grissini de Turín. Mientras que la parte de la entrada está más dedicada a los bocados salados (pizzas al taglio, foccacias, sandwiches…) y al pan artesano, si os adentráis hacia el fondo llegaréis a la cafetería, en donde también cuentan con una buena oferta de dulces típicos de la zona. Sin duda alguna una muy buena opción para comprar para llevar y comer en Turín paseando por sus calles.
Mercato di Porta Palazzo: mercado tradicional
Todas las guías os dirán que hay que ir al Mercato Centrale, pero se acaba tratando de una experiencia que recuerda más a sitios como el Mercado de San Miguel de Madrid, por contar con puestos de comida para turistas y poco más. Para tomarle el verdadero pulso a la gastronomía de la ciudad os tenéis que perder tanto en el interior como en el exterior del Mercato di Porta Palazzo, considerado el mercado al aire libre más grande de Europa. Puestos de embutidos, queso, pastas, carnes, pescados, frutas, verduras de agricultores locales… un auténtico festival del sabor y el color en el que ir de puesto en puesto para no perderse nada. Reservad esta visita para el sábado por la mañana porque los domingos no abre.
3. El aperitivo
Pocas cosas son más sagradas en Turín que el aperitivo. Pero, ¿qué es el aperitivo y por qué en Turín cobra especial protagonismo?
Se trata de una de las tradiciones más arraigadas del norte de Italia, un acto social casi obligatorio antes de la cena que nació en Turín allá por el siglo XVIII, según cuentan, de la mano del vermut (que por cierto, también es turinés). A partir de las 18-19h al pedir una consumición (con alcohol a ser posible) os dará derecho a picotear de un buffet preparado para la ocasión con platos sencillos y de elaboración rápida. Obviamente esta bebida te sale más cara que si te la pidieras a cualquier otra hora (7-10€), pero a cambio podréis probar ensaladas de pasta, embutidos locales, quesos, mini sandwiches… Eso sí, no seáis gorrones y tened en cuenta que esto es un picoteo para charlar y pasarlo bien antes de la cena.
Ahora bien, con el aperitivo pasa como con la tortilla de patatas en España: lo hacen en todas partes pero muy pocos lo bordan. En Turín encontraréis una oferta muy amplia, siendo el barrio más interesante para ello el de San Salvario, pero como a nosotros nos pilló por otra zona nos lo tomamos en Caffè Mulassano, que con sus más de 100 años de vida a sus espaldas es uno de los cafés históricos de Turín, con un interior decorado en mármol, cristal, madera y una enorme lámpara de araña colgando del techo que os transportará a la época en la que la misma Maria Callas iba allí a tomar el elegante aperitivo. Imprescindible probar el vermut blanco casero y el tramezzino, un popular sandwich sin corteza que tiene su origen en esta cafetería.