Malmö es la tercera ciudad más grande de Suecia y la capital de la región de Skåne, la más al sur del país. Suele estar eclipsada por su vecina danesa Copenhague, tan sólo a media hora de tren, por lo que suele ser una excursión habitual de un día para hacer desde allí, pero lo cierto es que Malmö tiene muchísmo que ofrecer. Llena de parques, con un precioso paseo marítimo (situado en un barrio 100% sostenible) y un crecimiento imparable que hace que nunca deje de sorprender (esto lo decimos con conocimiento de causa: Bego la visitó por primera vez hace diez años, en 2014 vivió allí de Erasmus y en cada visita que hacemos nos damos cuenta de la increíble evolución de la ciudad). Prueba de esto último es la enorme expansión de su panorama gastronómico, que la ha convertido en un verdadero paraíso foodie. Y recordad: el dinero en metálico es prácticamente un animal mitológico en Suecia y en la mayoría de sitios sólo aceptan pago con tarjeta, así que antes de ir consultad las comisiones de vuestro banco.
1. Desayunos, meriendas y fika
Es imposible viajar a cualquier ciudad sueca y no empaparse de su cultura cafetera y de sus tradiciones como el fika, la conocida pausa para el café acompañado de un bollo que, si por nosotros fuera, practicaríamos cada cinco minutos. Pero no sólo se vive de fika, y Malmö cuenta con una amplia variedad de panaderías, cafeterías y pequeños locales para quitarse el gusanillo en cualquier momento.
Leve es el templo de la panadería y repostería en Malmö, y prueba de ello es la cola que se empieza a formar antes de que abran (a las temperaturas del invierno sueco, ojo). El local se encuentra en un bajo y es bastante pequeñito, pero está cargado de encanto y de bollos de cardamomo y de canela (de los mejores que hemos probado en nuestras vidas), panes de masa madre, donuts y los semlor que preparan en cuaresma. Ah, y si pedís bryggkaffe (café de filtro), podréis rellenar vuestra taza todas las veces que queráis: lo que en Suecia se conoce como påtår.
De cada viaje siempre volvemos enamorados de algún desayuno, y esta vez le ha tocado ser el elegido a Atrium, que nos robó el corazón y el estómago en Malmö. El menú lo componen tostas (y os las recomendamos mucho: el pan que usan es de otro mundo), huevos benedictinos con salmón ahumado o jamón, boles de cereales y ensaladas, bizcochos, cookies… Si a esto le sumamos un espacio tranquilo, una cuidada decoración, grandes ventanales y plantas por todas partes, entenderéis por qué si pudiéramos iríamos todos los días a desayunar y merendar allí.
Suecia es uno de los países del mundo que más café consume, y eso es algo de lo que sus habitantes están muy orgullosos. Por esto mismo, no es difícil encontrar buen café en muchos sitios, pero también hace que, en una ciudad como Malmö, no se hayan extendido tanto las cafeterías de especialidad. Sin embargo, aunque pocas, las hay, y una de ellas es Café Number 6, una cafetería pequeñita pero con una gran lista de opciones cafeteras (V60, Chemex, cold drip…). Además, utilizan café de Solde, un tostador de la ciudad. Las opciones de comida son más limitadas, algún bizcocho o por supuesto bollos de canela, pero no suelen tener mucha cantidad y vuelan.
Aunque son originarios de la ciudad vecina de Ystad, Söderberg & Sara gozan de una gran reputación en Malmö, cuya panadería ha conseguido el reconocimiento a la mejor de Suecia por la prestigiosa White Guide. Cada mañana llenan sus bandejas de panes, bollos de canela, croissants… y lo acompañan de café tostado por ellos mismos. Pero aparte de ser una riquísima opción para desayunar o merendar, tampoco hay que perderse sus platos de almuerzo, sandwiches y pizzas (todo hecho por ellos, claro).
Situada en el patio de comidas de Mitt Möllan, Köld es un laboratorio de helados donde juegan con todo tipo de sabores y que no dejan indiferente a nadie. Helados de anacardo, gorgonzola, café y leche condensada, regaliz y sal, sorbete de pera, vino blanco y jengibre son algunas de sus opciones más originales, todos ellos elaborados siempre con ingredientes orgánicos y sin químicos añadidos. Los sabores van rotando cada día, o según lo que les apetezca a los dueños, pero por lo general podréis encontrar hasta 12 opciones diferentes con las que calmar vuestra ansia heladera. (Y tranquilos a los más tradicionales, que también encontraréis sabores de vuestro agrado.)
La primera vez que estuvimos juntos en Malmö, St. Jakobs solamente tenía dos locales, así que al ver que ahora había crecido hasta cinco nos dio un poco de miedo que hubieran perdido calidad. Por suerte, no ha sido así, y todo lo que sale de sus hornos sigue siendo maravilloso. Repostería sueca, panes, tartas y sandwiches infalibles para un buen fika que, vale, quizá no tenga el mismo encanto que en las cafeterías anteriores, pero satisface cualquier antojo repentino de bollo de canela. Es el ejemplo perfecto de que los suecos con la bollería se lo toman siempre muy en serio.
2. Comidas y cenas
El panorama gastronómico de Malmö no tiene nada que envidiar del de las grandes ciudades. Estrellas Michelin, Bib Gourmand, White Guide… son muchos los restaurantes de gran prestigio en la ciudad, y aquí os traemos algunos de nuestros favoritos y que no serán un dolor para vuestros bolsillos (algo importante en este país). Aunque ya os avisamos: una cerveza en Malmö os puede llegar a costar casi lo mismo que un plato principal, así que agradeceréis que os pongan agua gratis en todas partes.
Definiéndose como el paraíso para los amantes de la comida, el Malmö Saluhall es un mercado gastronómico situado en un antiguo almacén datado de 1800. Fue hace tan sólo unos años cuando, viendo la falta de un espacio de este estilo en la ciudad, dos hermanos se decidieron a comprarlo y llenarlo de puestos de comida y restaurantes. Pan, queso, helados, chocolates, falafel, ramen, pescado… Hay opciones para todos y, siguiendo con la tendencia sueca de los últimos años, siempre poniendo mucho énfasis en los productos locales y orgánicos. La planta superior está entera llena de mesas para poder disfrutar ahí mismo de la comida, pero también tiene una gran zona exterior donde aprovechar los días soleados.
Tienen dos locales en Malmö: uno en el centro de la ciudad, con una oferta más amplia de cocina china, japonesa y coreana, y un Noodle Bar en el Saluhall, donde se dedican exclusivamente a los boles de fideos, siempre hechos a mano. Nosotros nos decidimos por este último, con una carta que consiste únicamente en tres boles (uno de ellos siempre vegano) que van cambiando cada día, lo que hace que muchos habituales peregrinen allí periódicamente. Los sabores son muy potentes y los boles bien contundentes, que podréis sorber mientras disfrutáis del espectáculo frenético de la cocina. Eso sí, id con tiempo porque se suelen formar colas.
Bastard era uno de los sitios en los que más ganas teníamos de comer, contando con el reconocimiento de Bib Gourmand y siendo uno de los restaurantes con más fama de toda la ciudad. Aunque su carta está dedicada sobre todo a los amantes de la carne (con especial atención en el cerdo), sus elaboraciones conquistan a cualquiera que le guste el buen comer. Platos variados que cambian cada día, pensados para compartir y siempre utilizando productos locales y de temporada, combinando tradición sueca con ingredientes y técnicas muy innovadoras y originales. Aunque suelen dejar alguna mesa libre, os recomendamos reservar con bastante antelación para que os evitéis esperas.
En Malmö os encontraréis la palabra macka en un montón de sitios. Pero, ¿qué es un macka? Pues sencillamente un sandwich, y eso es lo que están especializados en Scandwich, a cuyo local de Estocolmo nos quedamos el año pasado con ganas de ir. Aquí, los sandwiches se parecen más al smørrebrød danés (vamos, como una tosta), pero porque tienen tal tamaño que ponerles una segunda rebanada de pan ya sería demasiado. Tienen tres tipos de sandwiches para elegir: uno con carne, otro vegetariano y otro vegano (con un premio al mejor macka de toda Suecia), pero no os empeñéis demasiado en intentar traducir los ingredientes de cada uno, pues muchos de ellos son completamente desconocidos para nosotros. Dejaos llevar, y así disfrutaréis aún más de los sabores tan sorprendentes que proponen.
El camino hasta Saltimporten es una prueba de fe, pues sólo los que de verdad tengan ganas de conocer esta cantina serán capaces de aguantar el larguísimo camino (más aún si hace frío) entre las naves vacías del antiguo puerto comercial de Malmö. Si tenéis una bici se hace más fácil, pero no evitará que durante todo el trayecto os preguntéis si habéis mirado la dirección correcta. Pero sí, Saltimporten es un espacio de grandes mesas compartidas, situado dentro de un antiguo almacén de sal, y que sólo abre dos horas al día de lunes a viernes. Cada día tienen dos únicos platos en el menú, que cuesta unos 15€, uno de ellos con carne o pescado y otro vegetariano. Y, a pesar de que veréis que la mayoría de sus clientes son trabajadores de las empresas cercanas, los dos chefs detrás de Saltimporten son viejos conocidos de uno de los mejores restaurantes de Malmö, que cerraron para dedicarse a este proyecto. Ingredientes locales y de temporada que, unidos a su gran talento en los fogones, dan lugar a platos aparentemente sencillos que sorprenden por su sabor, y son la manera perfecta de acercarse a la cocina escandinava moderna.
En una pequeña calle detrás del castillo de Malmö se encuentran cinco puestos que conforman Fiskehoddorna, el pequeño mercado de pescado al aire libre de la ciudad. Perfecto para pasearse un rato viendo toda la mercancía fresca recién traída del estrecho de Öresund, como arenques, salmón, anguila o marisco. Además, podréis probarlos en uno de los puestos, donde se elaboran ahumados y fish and chips, entre otros platos. Tened en cuenta que aunque esté abierto todo el año, es en primavera/verano cuando el mercado tiene más actividad (algunos puestos cierran en invierno). Si vais de camino a la playa merece la pena desviarse un poco para verlo.
Encontrar en Malmö unas albóndigas suecas que estén buenas y tengan un precio razonable es más complicado de lo que parece, pero en Spoonery os podréis dar el gusto sin que duela. Tienen varios locales repartidos por la ciudad y vienen acompañadas de la tradicional salsa marrón, pepino, arándanos rojos y patatas hervidas. Si os apetece comer albóndigas, este es sin duda el sitio a donde ir, nada que ver con las del restaurante Två Krögare Bullen que sale en tantas guías, y de las que todavía nos estamos intentando quitar el recuerdo (en serio: son muy caras y hasta las de Ikea están mejor).
¿Qué os vamos a contar sobre Max que no os hubiéramos contado en la guía de Estocolmo? Nuestro guilty pleasure en toda regla, el primer sitio al que vamos cada vez que pisamos suelo sueco, antes incluso de pasar por el hotel a dejar las maletas. Utilizan carne 100% sueca y mantienen su receta intacta desde que abrieron en 1968 y, aunque tienen tantas opciones de menús como cualquier otra cadena de hamburgueserías, aquí el chollo (y nuestra perdición) es la cheeseburger de 16kr (alrededor de 1,50€). Nosotros la pedimos no porque sea la más barata, sino porque el sabor de su carne y, sobre todo, de su salsa, son verdaderamente inigualables. Lo decimos muy en serio.