¿Alguna vez habéis probado el matcha? Este té en polvo de intenso color verde es una maravilla para disfrutarlo tanto frío como caliente, o para añadirlo a alguna receta. Nosotros solemos pedirlo de vez en cuando en nuestras cafeterías favoritas de Madrid, pero hace poco nos pusimos a buscar una opción para hacerlo en casa y dimos con el té matcha y los sets de Matcha & Co. Esta empresa que trabaja con agricultores de la región de Uji, en Kioto, para traer una deliciosa selección de té matcha producido de forma sostenible y manteniendo el proceso artesano por el cual, 20 días antes de su recolección, se tapa toda la plantación de té verde para aumentar las concentraciones de clorofila, teanina y cafeína y así retrasar su crecimiento. Una vez llegado el momento, se cosecha a mano hoja a hoja, seleccionando las mejores para después secarlas, bañarlas a vapor, eliminar el tallo y las venas y, finalmente, molerla hasta que quede en un fino polvo.
Ahora bien, ¿qué es el matcha? Por la explicación que os hemos dado antes ya habréis intuido que estamos hablando de un té verde en polvo, pues precisamente matcha significa eso: «té en polvo». Como el proceso implica ralentizar el crecimiento de la planta para aumentar las concentraciones de sus componentes, eso da lugar a que tenga un sabor y olor a vegetales, y que además tenga un color verde muy intenso, algo que además nos permite valorar a simple vista la calidad del producto, pues si encontráis un matcha cuyo polvo tenga poca intensidad o sea amarillento ya sabréis que es de menor calidad.
Al ser un té que viene en polvo, la forma de prepararlo difiere un poco de la infusión tradicional del té y da pie a usarlo de mil maneras, así que nos hemos venido un poco arriba y nos ha dado por hacerlo de dos formas: con leche, y utilizarlo para un bizcocho marmolado, que Bego estaba inspirada. Si os apetece ver recetas no dudéis en mirar el Instagram de Matcha & Co porque vais a encontrar de todo tipo (tiramisú, helados, tortitas, galletas…) y con unas fotos que son preciosas.
Siendo la primera vez que lo íbamos a hacer, elegimos el set de iniciación en casa, que incluye dos botes de matcha de 30g cada uno, siendo uno de ellos de calidad premium, un batidor chasen de bambú y una cuchara medidora, de manera que está genial para los que nos iniciamos en este arte.
Para el matcha latte hemos usado la variedad Premium, la de más calidad que ofrecen y que se cosecha en primavera. Preparar una buena taza requiere de un poco de tiempo y destreza, pero al final es un pequeño ritual que os ayudará a desenchufar la cabeza por unos minutos. Lo primero de todo es poner en un cuenco, o en una taza grande, uno o dos gramos de matcha dependiendo de la intensidad que queráis (podéis echarlo directamente o tamizarlo). Hay gente que hace esta primera mezcla con agua, pero a nosotros nos gusta más con leche. Luego, con el chasen, lo mezclamos enérgicamente hasta asegurarnos de que todo el polvo se ha mezclado con la leche y que no quede ningún grumo (un truco: haced un movimiento en V mientras lo batís), dando como resultado un líquido verdoso. Para saber que lo habéis hecho bien, os tienen que quedar unas pequeñas burbujas en la parte de arriba. Una vez tenemos la mezcla hecha, le añadimos leche caliente al gusto y listo. Por último, podéis tamizarle un poco del polvo de matcha por encima para decorarlo.
Y aprovechando la versatilidad de este té, y que queríamos acompañar nuestro matcha latte con algo dulce, nos preparamos el bizcocho marmolado de chocolate y matcha que veis en la foto con la otra variedad de matcha que viene en el pack.