Si tuviéramos que elegir un barrio para vivir en San Sebastián, sin duda ese sería Gros. Y aunque tener la playa de Zurriola a tiro de piedra resulta atractivo, aquí lo que realmente nos atrae es el panorama gastronómico que está en plena ebullición. ¿Una prueba? Matalauva, un bar con una cocina completamente inesperada y que ha convertido su punto débil en su gran fortaleza: ¡la cocina no tiene salida de humos!
Matalauva es un bar pequeñito y que al verlo no destaca demasiado. La decoración es muy sencilla, cuidada pero muy de bar, por así decirlo, con una barra, apenas dos mesas y terraza. Luego ves la carta y la cosa cambia: no estás en un sitio cualquiera.
Aquí es donde entran en acción el chef Borja García Argüelles, que venía del departamento de I+D del restaurante Akelarre, y una taberna de barrio a la que le quitaron la licencia de cocina por problemas con la salida de humos. ¿El resultado? Una carta pequeña (ojo, que para nosotros las cartas pequeñas siempre nos han parecido las mejores), muy cuidada, que va variando cada temporada, con platos de pocos ingredientes (no más de tres) para que destaque el sabor de cada uno y todos ellos elaborados sin la necesidad de fogones, ya sea a base de fermentados, salazones, cocción a baja temperatura… Esto hace que, pese a su sencillez, siempre haya también un giro sorprendente o inesperado.
A nosotros nos encantaron la tosta de caviar de salmón salvaje y yema encurtida, que se deshace como mantequilla sobre el pan y tiene un sabor muy delicado, y la kokotxa de bacalao encebollada a la sidra de Igueldo. También probamos la ensalada de tomates con queso tierno elaborado por ellos mismos, un plato muy sencillo y fresco, perfecto para el verano. Y de postre no pudo faltar la Gazta Zaharra, una crema de queso hecha a partir de Idiazábal de dos años, que se sirve con nueces y membrillo.
Todo esto sin perder la esencia de taberna de barrio, haciendo que Matalauva sea un sitio al que poder ir habitualmente a tomar una copa de vino o de cerveza, y al mismo tiempo proponiendo una forma diferente y original de experimentar la gastronomía vasca, alejada del agobio y y la simple atracción turística en que se han convertido muchos bares del casco viejo.