No hay calle más mítica en Madrid que la Gran Vía, y sin embargo en los últimos años se ha convertido en una de las menos madrileñas: llena de multinacionales y sitios para comer más orientados a los turistas o a la comida rápida que a la verdadera cocina de aquí. Pero afortunadamente eso ha cambiado con la llegada de Gran Clavel (C/ Gran Vía, 11), que además vale por tres gracias a sus tres espacios: la vermutería, el bar de vinos y la casa de comidas. Cada uno de ellos tiene su propia carta y decoración, castiza pero con un toque de glamour digno de un capítulo de Mad Men.
Un recorrido por Gran Clavel
Cada una de las cartas de Gran Clavel recoge los platos más típicos y tradicionales de la gastronomía madrileña, siempre de acuerdo con el espacio en el que estemos: en la vermutería encontramos tapas, raciones y ultramarinos, perfectos para acompañar un vermut o unas cañas; en el bar de vinos hay menú del día y platos que sirven tanto para picar con un buen vino (las croquetas o los calamares rebozados) como platos un poco más contundentes de carne o pescado (siempre con un toque moderno); y, por último, en la casa de comidas, los platazos de sentarse a comer tranquilamente como si estuvieras en tu propia casa, como el cocido en tres vuelcos. Sin embargo, a pesar de las diferencias, hay varias cosas que las tres cartas tienen en común. Para empezar, por muy tradicionales que sean los platos, siempre incluyen un giro innovador que los acerca más a nuestro tiempo y les da un toque sorprendente y llamativo. Además, están elaborados con ingredientes provenientes de comercio de proximidad. Y por último, las tres cartas tienen un hilo conductor: la ensaladilla rusa, el único plato que se repite, pero que cada espacio adapta, otorgándole más complejidad según os vais adentrando en Gran Clavel.
Ensaladilla rusa
Nosotros empezamos en la vermutería, el primero de los espacios, que además cuenta con unos grandes ventanales para disfrutar de las vistas a la Gran Vía. Acompañamos nuestro vermut de grifo con la primera versión de la ensaladilla rusa y la más clásica de todas. Muy suave y equilibrada, con la patata en trozos pequeños, y sin duda alguna, la mejor que hemos probado nunca. Volveríamos todos los días sólo por ella.
Guiso de carrilleras
Pasamos al bar de vinos y, aparte de no poder resistirnos a tomarnos una copa de uno de sus vinos madrileños y nacionales (cuentan con una amplia selección), estamos un buen rato mirando la carta intentando decidirnos por un sólo plato para dejar hueco para la casa de comidas. Al final cae el guiso de carrilleras con patatas fritas, con una carne tan tierna que se deshace en la boca y una salsa muy delicada que ayuda a potenciar el sabor.
Puerros a la brasa con bechamel y chantarelas
Empezamos en la casa de comidas con los puerros a la brasa, un plato muy suave en el que predomina el sabor del puerro, mientras que la bechamel, muy fina, y las chantarelas le dan un toque de distinción. Absolutamente riquísimo.
Conejo y verduras en escabeche
Una de las cosas que más nos gustó de Gran Clavel era el intenso olor a comida casera que desprendían todos sus platos, y que en el caso del conejo y verduras en escabeche harán que os queráis lanzar a los brazos del camarero antes incluso de que llegue a la mesa. La carne queda muy suave, impregnada del sabor del escabeche, y las verduras que lo acompañan os trasladan directamente al campo.
Arroz de paloma torcaz
Plato estrella de la carta, lleno de sabores fuertes pero que encajan a la perfección unos con otros. El arroz está en su punto exacto y tiene un sabor increíble a campo, a pueblo, con toques muy destacados de romero y tomillo. La carne, por otra parte, es un juego de contrastes entre su delicadeza y jugosidad y la intensidad de su sabor.
Fresas con nata
Pasamos a los postres, donde más sobresale la creatividad, ya que todos parecen ser postres muy sencillos y conocidos, pero que luego aparecen con una vuelta de tuerca. Como por ejemplo las fresas con nata, que en realidad están acompañadas de helado de Forvm (un vinagre de altísima calidad) y ralladura de lima para darle un toque más fresco.
Café irlandés
Olvidaos del café irlandés de toda la vida porque lo que proponen en Gran Clavel es una forma de tomarlo totalmente diferente: base de bizcocho de chocolate, gelatina de whisky, helado de nata y crackers y salsa de café. Si conseguís coger en una cucharada todos los ingredientes, comprobaréis que se recrea el sabor del café irlandés a la perfección.