Barcelona tiene algo que nos encanta, y no es precisamente la playa. Pasear por sus barrios probando cafeterías, sentarnos en un banco bajo los árboles de sus calles peatonalizadas con un helado en la mano o cruzarnos media ciudad para descubrir el restaurante del que todo el mundo habla y salir enamorados de él. Y, aprovechando nuestra última escapada, fuimos probando de todo un poco hasta completar esta guía para que también podáis disfrutar de algunos de los mejores restaurantes de Barcelona.
1. Desayunos, y meriendas
¿Un desayuno potente o un brunch para cargar las pilas en Barcelona? Granja Petitbo es el lugar. Con dos locales en la ciudad (en las fotos veréis el de Passeig de Sant Joan, 82) donde comer tortitas, French toasts, bikinis, tartas… y todo hecho con productos ecológicos, frescos y de proximidad. La carta es bastante variada y apetitosa, y el espacio es de esos que hechizan los ojos de lo bonito y acogedor que resulta. También podéis ir a comer, pero nosotros definitivamente nos quedamos con los desayunos.
Siempre presente en los listados de mejores heladerías de Barcelona, Delacrem es toda una institución del helado con más de diez años a sus espaldas. Al frente se encuentra Massimo Pignata, un turinés que trajo su pasión heladera a la ciudad y la filosofía slow food a los helados, elaborándolos diariamente en su propio obrador, de manera artesanal con productos frescos, de proximidad (buscad los que tienen la denominación DelaTerra) y sin conservantes ni colorantes añadidos.
Nomad, Hidden, Three Marks, Slow Mov… tenemos tantas cafeterías que recomendaros en Barcelona que no queríamos canibalizar esta guía solo con ellas. Por eso os hemos preparado una ruta con nuestras cafeterías de especialidad favoritas por las que pasarse a desayunar, merendar o simplemente descansar junto a una buena taza de café.
Horchaterías para todo el año, El Tío Che y Sirvent
Dos imprescindibles para los fanáticos de la horchata. La primera es Orxateria El Tío Che (Rambla del Poblenou, 44-46), un comercio centenario en Poblenou. La segunda que os recomendamos es Sirvent (Carrer del Parlament, de Catalunya, 56), en Sant Antoni. Ambas son de esas horchaterías familiares fundadas por alicantinos que emigraron a Barcelona. Tradición, sabor y buen hacer en esta refrescante bebida de chufa que tanto nos gusta.
Cuando por nuestro camino se cruza una cafetería sueca con auténticos bollos de canela, nosotros nos lanzamos a por ellos. Manso’s es todo lo que se puede esperar de una verdadera cafetería sueca. Un mostrador lleno de bollos de canela, semlor en Cuaresma, bolitas de chocolate y coco, bollos de azafrán, tartas…
Si paseando por El Raval empieza a oler a pan recién horneado, eso es porque habéis llegado a Pa de Kilo (Carrer Doctor Dou, 12). En esta panadería nacida en plena pandemia imperan la masa madre y las fermentaciones largas, y además de las hogazas que os podéis llevar en el viaje de vuelta a casa, también encontraréis panes de molde, sandwiches, tarta de queso, brownie, cookies, rolls, buñuelos y una focaccia de infarto, entre otras muchas cosas que van rotando según la temporada, por lo que os recomendamos pasar primero por su Instagram para ver qué tienen.
Continuamos hablando de buen pan, esta vez en el barrio de Gracia, donde se encuentra Origo Bakery. Una panadería que defiende la vuelta al origen, elaborando sus panes y repostería con harinas molidas a piedra y variedades ecológicas y autóctonas del Mediterráneo y de Cataluña. Además de las hogazas, encontraréis bollos canela o cardamomo (impresionantes), brioche belga y de chocolate, cookies… Perfecto para un desayuno rápido o una merienda.
Té verde, sésamo negro, yuzu, nueces o miso son solo algunos de los sabores que encontraréis en Arigato, un restaurante-heladería japonesa con unos helados de escándalo. Texturas cremosas, sabores potentes a la par que delicados y mucha variedad para elegir. De nuestras heladerías favoritas de Barcelona.
También en nuestra lista de heladerías favoritas se encuentra Paral·lelo. En parte por la gran variedad de sabores que ofrecen, y por otra porque están tremendos. Pero cuando hablamos de variedad nos referimos a apuestas realmente arriesgadas, como el helado de calabaza con miso, sorbete de higos, sandía con wasabi, granita de remolacha y menta… aventuraos a probar sus creaciones.
2. Comidas y cenas
Adentrarse en Baldomero es despedirse de la ciudad y meterse casi de lleno en una casa en mitad del campo. Y aunque suene exagerado, la serenidad del espacio, su decoración y su comida lo consiguen. Situado en el barrio del Eixample, Baldomero ofrece unos menús de mediodía servido en un único plato en el que puedes elegir hasta tres raciones con quiches, ensaladas, verduras al horno, arroces… Los platos van variando cada día y destacan por los ingredientes de la huerta mediterránea (siempre de temporada) y el uso de las especias y las hierbas aromáticas. Las elaboraciones son sencillas pero el resultado es muy reconfortante.
Un parking en el centro de la ciudad reconvertido en una pizzería y en un local de pitas. En el Passeig de San Joan se encuentran estas dos paradas obligadas para cualquier visitante que esté por Barcelona. Repartido en dos ambientes, Parking Pizza cuenta con un espacio más diáfano, donde el olor a gasolina se ha sustituido por el aroma de las pizzas fermentadas saliendo de su horno de leña. La carta se compone de entrantes, algunas ensaladas y platos de pasta, y lo realmente importante: 13 pizzas al estilo napolitano que os harán dudar un buen rato frente a la carta por lo apetitosas que son. Y justo a su lado, Parking Pita. Un concepto más pequeño que cuenta con una única gran mesa central en la que se sientan todos los comensales y una carta que gira en torno al pita y la comida de Oriente Próximo. Os recomendamos ir pronto a ambos sitios porque se llenan deprisa y no admiten reserva.
Si os decimos «cocina a la brasa» lo primero que se os pasará por la cabeza es que habrá carne, pero en Fat Veggies las brasas se encargan de dar sabor y forma a una carta exclusiva de vegetales a la brasa, encurtidos y ahumados (o todo a la vez) capaz de convertir en vegetariano a todo el que lo pruebe. A su favor también está que todas las elaboraciones como las salsas, fermentos y algunas de las bebidas las elaboran en el propio local.
Ya lo decían Dr. Dre y 2Pac en su mítico California Love: California knows how to party. Y es que Gringa es ese local al que acudir cuando se busca vivir una experiencia 100% de la costa oeste estadounidense, pero sin salir del Raval barcelonés. El flow y el buen rollo que transmite Gringa a través de su comida y su local de ambiente californiano nos hace plantearnos ir y volver en el día solo para ir a comer. La carta es breve pero directa al grano, con cinco appetizers como los jalapeño poppers (rellenos de cheddar y rebozados), las buffalo wings picantes como ellas solas o los Gringa nachos. Platos perfectos para acompañar la parte fuerte de la carta, las hamburguesas, con carne de ternera o, si lo preferís, con opciones veganas, vegetarianas y también con el mejor pollo frito de Barcelona, del que se autoproclaman como el templo de este plato, y tras probarlo solo les podemos dar la razón.
Cuando nuestros amigos nos decían que teníamos que probar sí o sí Comida Codac siempre coincidían en lo mismo: es difícil de describir, solo os tenéis que dejar llevar por la experiencia y divertiros. Y allí que fuimos, bien obedientes, a probar su cocina experimental con influencias japonesas y a que jugasen con nuestros sentidos. Ofrecen dos menús a elegir, que os permitirá degustar de todo un poco, como sus famosos onigiris, junto a otros platos cuyas elaboraciones y emplatados invitan a jugar a investigar los ingredientes usando los cinco sentidos. Nosotros los visitamos cuando aún estaban en Poblenou, pero acaban de mudarse a otro local.
Adentrarse en la librería La Central del Raval tiene premio, porque escondido en su interior se encuentra uno de los mejores patios para reponer fuerzas en el centro de Barcelona. Bikinis de escándalo, tapas, bocadillos, ensaladas, buen café de la mano de Satan’s Coffee, cervezas frías y vinos naturales rodeados de palmeras, ¿qué más se puede pedir?