Muchas veces nos preguntáis por Instagram alguna recomendación para una comida especial, para celebrar un cumpleaños o en un plan más romántico, a sabiendas de que cuando os llegue la cuenta a la mesa os tocará pagar un poco más de lo habitual. Pero qué demonios, ¡hemos ido para celebrar! Así que para cuando os haga falta un sitio más elegante apuntad bien este nombre: Carbón Negro (C/ Juan Bravo, 37).
Se trata de una de las aperturas que más ruido están haciendo en el barrio de Salamanca, con una propuesta de asador donde las recetas caseras y el sabor a la brasa llenan cada bocado y rincón del imponente sitio. Nada más entrar llaman la atención dos cosas: la amplitud del local, con sus altísimos techos que dan espacio para tener una segunda planta a modo de palco, y la enorme barra de mármol en forma de U situada en el centro del local y que invita a pedirse un buen vermut de grifo y algo de picoteo, o directamente comer en ella cualquiera de las carnes y pescados que van saliendo de las parrillas situadas al fondo de local, tras una pared de cristal para que los comensales puedan ver el espectáculo de los fogones.
Un recorrido por Carbón Negro
Pescados y mariscos traídos de Galicia, carnes madrileñas y vascas, hortalizas de cultivo ecológico… y el ingrediente mágico que aporta la parrilla de Josper que tan de moda se está poniendo en Madrid. La carta de Carbón Negro es la de una comida en una casa de campo sin salir de Madrid, cargada de tradición y pensada para compartir, con varios platos, principalmente los entrantes, que podréis pedir en formato de media ración o completa. Con embutidos, croquetas, anchoas, platos de cuchara como los callos a la madrileña, y los grandes protagonistas: las carnes, pescados y verduras a la brasa. Mención a parte tienen los postres, con la tarta de queso de la que todo el mundo habla, y con mucha razón.
Buñuelos de queso Idiazábal
Nos lanzamos a por ellos nada más verlos en la carta y fueron la forma perfecta de empezar la comida. El olor a Idiazábal os anunciará su llegada según el camarero se acerque a la mesa y notaréis cómo se os va haciendo la boca agua. Son súper cremosos y vienen acompañados de un poco de membrillo que le aporta un toque dulce, sin tapar el sabor del queso. Se pueden pedir en media o ración completa, aunque nosotros os recomendamos que vayáis directamente a la completa porque vais a querer repetir.
Berenjenas asadas al carbón
Seguimos abriendo boca y pasamos a las verduras «de la huerta a la brasa» con las berenjenas, que vienen acompañadas de salsa romescu y sal gorda, ideales para compartir y muy jugosas a la hora de comerlas. El toque de la brasa impregna la carne de la berenjena, y, poniéndonos un poco románticos, podríamos decir que tienen un sabor que transporta a una tarde lluviosa junto a la chimenea.
Arroz meloso de gamba roja
No podíamos irnos sin probar alguno de los platos de cazuela. En este caso, el arroz meloso estaba riquísimo, cocido en su punto y con una textura untuosa y mucho sabor a mar. Una cosa que nos gustó mucho de Carbón Negro que ya os comentamos al principio, y que en este arroz destaca, es ese toque «hogareño» que tienen siempre los platos.
Entrecote de vaca madura a la parrilla
Las carnes son sin duda uno de los puntos más fuertes de Carbón Negro, siempre hechas a la brasa. Nosotros pedimos el entrecote guiados por los camareros, que nos lo recomendaron como alternativa a la chuleta de vaca vieja (que viene en una ración más grande, para dos personas) y así poder probar más variedad de platos y no acabar reventando. Os preguntarán por el punto de la carne que prefiráis y, cuando os llegue a la mesa, comprobaréis que, si luce bien, sabe todavía mejor, siendo tierna en la boca, jugosa y con el puntito de la parrilla. Para acompañarlas pedimos unas patatas fritas tipo paja, un poco complicadas de comer, pero podéis pedir aparte pimientos a la brasa, puré o ensalada. Aunque habríamos matado por una patata o boniato asados para ponerle la mantequilla ahumada que traen de aperitivo.
Tarta de queso
Y por último, pero no menos importante, el plato que fue la estrella de la comida: LA TARTA DE QUESO. Habíamos oído maravillas sobre ella y lo cierto es que no defrauda, se sitúa entre las mejores que probaréis en Madrid. Cuando la sirven la veréis solitaria en el plato, sin una mermelada o algún tipo de acompañamiento, porque está tan buena que no necesita nada más. De textura súper suave, cremosa sin llegar ser líquida, y con una base de galleta que acompaña a todo el bocado como una experiencia aterciopelada (toda esta prosa es para decir que está de muerte, pero el ambiente del local invita a decirlo de forma más refinada).