En pleno barrio de Las Letras, en la plaza de su mismo nombre, se encuentra Matute, un gastrobar que acaba de renovarse en cuerpo y alma y que va camino de convertirse en uno de los indispensables de la zona. Su amplio local, con una cuidada decoración, ofrece el espacio ideal para pasar una velada relajada y agradable y en el que desconectar del bullicio turístico. Cuentan con el chef Sergio Fernández entre sus fogones, y su carta, también renovada, propone una amplia variedad de platos de cocina española (salmorejo, bocadillo de calamares o huevos rotos) junto con platos de otras culturas pero que ya nos son muy conocidos (noodles o hot dog), todo ello siempre con pequeños toques originales y con una presentación moderna y, en algunos casos, muy creativa.
Nosotros pudimos probar un poco de casi todo, y es que la carta está dividida en diferentes secciones que van desde una amplia selección de entrantes, huevos y platos que ellos mismos definen como «para compartir (o no)», pasando a las carnes, pescados y lo que llaman «entre pan y pan» (bocadillos, hamburguesas, tacos…) y, por último, los postres. Mención aparte están las bebidas: 11 cócteles, 16 tipos de cervezas (de grifo o botella), 12 propuestas de vinos, combinados…
En nuestro caso, empezamos por el salmorejo con helado de queso de cabra y yuca crujiente y el carpaccio de presa ibérica con crema de trufa blanca, que estaban ambos deliciosos aunque tenemos que reconocer que el salmorejo nos enamoró, ya que el helado le da un punto de cremosidad y un contraste de sabores que lo convierten en un plato que no podrás parar de comer. Continuamos con el tataki de salmón con ajo blanco, donde queda combinado a la perfección lo asiático con lo andaluz.
Como hemos dicho más arriba, algunos de los platos de Matute destacan por la creatividad de su emplatado, que puede llegar incluso a sorprender como es el caso de sus boquerones marinados crujientes, presentados sobre un coral que invita a comer con las manos y acompañados de mayonesa de jengibre. Sin duda este plato entra por los ojos, pero al probarlo descubriréis que está riquísimo.
Terminamos con la sopa de maracuyá y cítricos, otro plato que también juega con los contrastes de texturas y sabores entre la sopa y los «bombones» que la acompañan, poniendo un refrescante y muy buen final a una cena deliciosa.
Así que ya lo sabéis, un nuevo equipo ha llegado a Matute pisando fuerte, con un renovado local y una carta ideal para compartir platos entre copa y copa y un ambiente tranquilo. Y es que como ellos mismos dicen: «para gente elegante y con buen gusto, Matute y punto».